Nos encontramos en un momento crucial, de frente a un cambio estructural grandísimo. Por un lado, está la muy anunciada nueva economía y, por el otro, están las nuevas tecnologías, las nuevas formas de hacer negocios, incluso las nuevas maneras de relacionarnos entre nosotros. Es evidente que, a nivel planeta, nuestras prioridades están mutando y, entre ellas, se percibe una preocupación cada vez más urgente por el medio ambiente. Independientemente de la profesión que desempeñemos, cada vez se escuchan con más frecuencia términos como verde o sustentabilidad.
En el ámbito de negocios se conoce como verde a la empresa que ha adoptado prácticas de negocio ecológicas y que ha implementado en su flujo de trabajo cambios que, aun si generan costos inmediatos, son amigables con el medio ambiente.
A nivel gobierno, es raro el que no incluye en su agenda medidas correctivas y preventivas ecológicas. Y, aunque el avance no es uniforme, entre países o incluso entre estados, la tendencia es clara y global.
Sin embargo, siempre que se aspira a un cambio real, es necesaria la participación del gobierno, del sector privado y de la ciudadanía. El problema empieza precisamente en lo respectivo a la ciudadanía, porque no está definido claramente su papel en el problema. La realidad es que no hay un organismo específicamente encargado de regular o penalizar el comportamiento de la gente respecto a su impacto en el medio ambiente, o de enlistar claramente sus obligaciones.
En nuestras pequeñas elecciones del día a día, es común que tomemos estos atajos aparentemente inocuos, que nos ahorran un esfuerzo, un poco de tiempo o algo de dinero, pero que tienen una repercusión real en el mundo que nos rodea y en el futuro que nos espera. Lo único que hace falta para volvernos responsables ciudadanos verdes es tener presente que el mundo en que vivimos existió antes que nosotros y existirá mucho después, constantemente estamos tomando cosas de él -energía, espacio, recursos, entre otros- y todas nuestras acciones dejan en él una huella, un efecto.
La meta está a nuestro alcance: dejar el mundo mejor de como lo encontramos.