Apuntes sobre el comercio de la ciudad

¿Qué es lo que determina en dónde hacemos nuestras compras? Para responder a esto todavía debemos preguntarnos lo siguiente: ¿qué buscamos? ¿Cuánto estamos dispuestos a pagar por eso que buscamos? Y, finalmente, ¿dónde lo encontramos?

¿Qué es lo que determina en dónde hacemos nuestras compras?

Para responder a esto todavía debemos preguntarnos lo siguiente: ¿qué buscamos? ¿Cuánto estamos dispuestos a pagar por eso que buscamos? Y, finalmente, ¿dónde lo encontramos?

Si bien la tendencia de los últimos años está enfocada a adquirir prácticamente cualquier objeto o servicio por Internet, la experiencia de compra nunca será la misma que hacerlo en un espacio físico frente a una persona, sobre todo si buscamos objetos o productos muy específicos.


El crecimiento comercial de Monterrey se ha definido gracias a su desarrollo económico. En la década de los 40, la Calzada Madero, además de ser el límite de la ciudad, se convirtió en la zona donde los regiomontanos compraron toda clase de objetos, aún se observan algunos edificios que nos muestran el esplendor de esta época. A mediados de los 70 y principios de los 80 aparecen dos fenómenos interesantes, por un lado la consolidación de la calle Morelos como “centro comercial”, esto debido a que en 1978 es convertida en calle peatonal y por otro la vulgarización de los viajes a la frontera.

Los regiomontanos somos un pueblo que siempre se ha caracterizado por encontrar la manera de obtener una gran diversidad de artículos, la ventaja de estar a 300 kilómetros de la frontera ha permitido que, al menos, los productos que se consumen en el vecino país sean fáciles de obtener para cierto sector de la población. Entre aquéllos que viajan a la frontera para hacer compras de consumo personal y los que importan “falluca” para ser vendida en esta región, cuantas veces no hemos escuchado “Voy a la pulga por…..”, “Hay una persona que en su casa vende…”. Las escalas son tan diversas en calidad y precio, pues obtenemos desde pasta de dientes hasta vestidos de fiesta. Sin embargo, y a pesar de la conveniencia de este servicio muchas veces de dudosa legalidad, Monterrey ha evolucionado considerablemente en qué compra y dónde lo compra.
El centro comercial se ha convertido en el amo y señor del paseo familiar, en lugar de utilizar los espacios públicos, el regiomontano ha encontrado en estas grandes áreas climatizadas, de estilo americano, la opción para pasar su tiempo. Encontramos en esta ciudad todas las versiones posibles, dependiendo de nuestro ingreso, cada vez es menos común ver a los diferentes estratos sociales interactuar entre sí, provocando cada día más un distanciamiento entre ellos.

A pesar de esto, es posible encontrar versiones renovadas de lugares abiertos o semiabiertos para el comercio donde las clases sociales interactúan, del desaparecido “Puente del Papa” ahora podemos circular los fines de semana por las calles del “Barrio antiguo” y encontrar algún objeto o pieza única o particular; en ciertas temporadas la plaza principal de San Pedro, CINTERMEX y algunos otros sitios se convierten en un mercado de artesanías y productos gastronómicos regionales, recordando a aquellos mercados que llegaban con productos de diferentes regiones.

A veces olvidamos lo importante que es consumir productos en México, más si es de forma legal; el crecimiento y la economía de una ciudad, de un país se hacen entre otras cosas a través del comercio, recordemos la imagen del mural de Diego Rivera en Palacio Nacional, donde el esplendor de Tenochtitlán está representado con una escena del mercado, mostrando un pueblo vivo, un pueblo rico en diversidad donde todos los actores de la sociedad interactúan entre sí, permitiéndoles decidir qué comprar a partir de su ingreso.

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